Infertilidad femenina: causas, diagnóstico y posibilidades de embarazo

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Zappelphilipp Marx
Médica en una clínica de fertilidad explica los próximos pasos de tratamiento a una paciente

El deseo de tener hijos no satisfecho es uno de los temas más frecuentes en la consulta ginecológica a nivel mundial. Se estima que aproximadamente una de cada seis personas en edad reproductiva vive en algún momento de su vida una fase de infertilidad, independientemente de su origen, orientación sexual o modelo de familia. Para muchas personas es una mezcla de esperanza, decepción, esfuerzo físico y una montaña rusa emocional. La buena noticia: nunca antes el diagnóstico y la terapia habían estado tan bien investigados como hoy. En este artículo vas a encontrar qué significa exactamente la infertilidad femenina, qué señales deberían ponerte alerta, qué causas pueden estar detrás, cómo se realiza el diagnóstico y qué opciones de tratamiento podés esperar de forma realista —desde la optimización del ciclo hasta la FIV.

¿Qué significa exactamente la infertilidad en las mujeres?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la infertilidad como una enfermedad del sistema reproductivo en la que, a pesar de mantener relaciones sexuales regulares sin protección durante al menos doce meses, no se consigue un embarazo clínico. Datos actuales muestran que aproximadamente una de cada seis personas en edad reproductiva se ve afectada a nivel mundial. Esta clasificación también aparece en la hoja informativa de la OMS sobre infertilidad y en el informe „1 in 6 people globally affected by infertility“.

  • Infertilidad primaria: Nunca se ha logrado un embarazo.
  • Infertilidad secundaria: Ya ha habido uno o varios embarazos, pero actualmente el deseo de tener hijos no se cumple.

Es importante la perspectiva: la infertilidad no significa automáticamente que nunca vas a poder quedar embarazada. Indica inicialmente que la fertilidad está reducida y que conviene una evaluación estructurada. Al mismo tiempo, la OMS y las sociedades científicas subrayan que la infertilidad debe reconocerse como un problema de salud relevante, con acceso equitativo a diagnóstico y tratamiento.

Signos tempranos: ¿Cuándo deberías estar atenta?

La infertilidad femenina no es una única enfermedad, sino un término paraguas. Algunas mujeres no notan nada al principio, salvo que el embarazo tarda en llegar. Otras presentan señales evidentes desde el comienzo.

  • ciclos muy irregulares o ausencia de la menstruación
  • menstruaciones muy abundantes, muy escasas o inusualmente largas
  • dolor intenso durante la regla, dolor durante las relaciones sexuales o dolor pélvico crónico
  • signos de alteraciones hormonales como aumento del vello corporal, caída del pelo o acné severo
  • abortos recurrentes o pérdidas gestacionales muy tempranas

Ninguno de estos signos es una “prueba” de infertilidad. Sin embargo, son motivos para observar tu ciclo de forma documentada y comentar el deseo de tener hijos y la fertilidad con tu médica o tu médico.

Causas comunes de la infertilidad femenina

Sociedades científicas como ESHRE y ASRM categorizan las causas en términos generales como trastornos hormonales, alteraciones anatómicas, reserva ovárica reducida, factores genéticos e inmunológicos, así como influencias ambientales y del estilo de vida. A menudo confluyen varios factores.

Trastornos hormonales y SOP

Los problemas de ciclo debidos a causas hormonales figuran entre las causas más frecuentes en todo el mundo. El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es especialmente común. Es característico la ausencia o la escasez de ovulación, niveles elevados de androgenitos y la presencia de múltiples folículos pequeños en la ecografía.

  • Indicadores de SOP: ciclos irregulares, aumento del vello corporal, acné, aumento de peso, resistencia a la insulina.
  • Componentes típicos del tratamiento: normalización del peso, actividad física, cambios en la alimentación, tratamiento de la resistencia a la insulina e inducción ovulatoria farmacológica.

Trastornos de la ovulación sin SOP

Aun sin SOP, la ovulación puede faltar o ser infrecuente. Causas habituales son alteraciones tiroideas, niveles elevados de prolactina, cambios de peso extremos, trastornos alimentarios, deporte de alto rendimiento o estrés intenso.

  • Señales de alarma: ciclos muy largos, ausencia de sangrado, fluctuaciones fuertes de peso.
  • Tratamiento: estabilización del perfil hormonal, por ejemplo con medicación tiroidea, tratamiento de una hiperprolactinemia y regulación suave del ciclo.

Endometriosis

En la endometriosis, tejido similar al endometrio se implanta fuera del útero, por ejemplo en los ovarios, las trompas o el peritoneo. Esto puede causar inflamación, adherencias y dolor —y reducir notablemente la fertilidad.

  • Lo típico son dolores menstruales intensos, dolor durante las relaciones sexuales y dolor pélvico crónico.
  • Tratamiento: control del dolor, tratamiento hormonal y, cuando hay deseo de embarazo, a menudo intervenciones mínimamente invasivas complementadas con terapia de reproducción asistida como IUI o FIV/ICSI.

Factor tubárico: problemas en las trompas

Trompas adheridas, con cicatrices o bloqueadas impiden que el óvulo y los espermatozoides se encuentren o que el embrión llegue con seguridad al útero. Causas frecuentes son infecciones pélvicas previas, cirugías o endometriosis avanzada.

  • Diagnóstico: pruebas con contraste o técnicas ecográficas específicas para evaluar la permeabilidad tubárica.
  • Tratamiento: según la gravedad, reconstrucción quirúrgica o recurrir directamente a la FIV si las trompas están muy dañadas.

Factores uterinos y miomas

Malformaciones uterinas, pólipos y ciertos miomas pueden interferir con la implantación y aumentar el riesgo de aborto, sobre todo si deforman la cavidad uterina.

  • Diagnóstico: ecografía transvaginal, ecografía 3D y histeroscopia.
  • Tratamiento: resección histeroscópica de septos, pólipos o miomas submucosos cuando afectan la cavidad uterina.

Reserva ovárica reducida y edad

Con la edad disminuyen la cantidad y la calidad de los óvulos. En algunas mujeres la insuficiencia ovárica aparece claramente antes de la menopausia habitual. Cirugías en los ovarios, quimioterapia o radioterapia pueden reducir aún más la reserva.

Marcadores útiles son el nivel de AMH y el recuento de folículos antrales en la ecografía. No son una “bola de cristal”, pero ayudan a definir expectativas realistas y una estrategia de tratamiento adecuada.

Causas genéticas e inmunológicas

Ciertas alteraciones cromosómicas, trastornos de la coagulación o enfermedades autoinmunes pueden dificultar la implantación o provocar abortos recurrentes. Ante una historia clínica llamativa se suelen recomendar pruebas genéticas e inmunológicas para no pasar por alto causas raras pero relevantes.

Infertilidad inexplicada

En una parte de los casos, pese a una evaluación exhaustiva no se identifica una causa clara —se habla entonces de infertilidad inexplicada. Las guías basadas en la evidencia de ESHRE suelen recomendar inicialmente una combinación de estimulación hormonal leve e inseminación antes de plantear una FIV. Una síntesis comprensible ofrece la guía de ESHRE sobre infertilidad inexplicada y la hoja informativa para pacientes asociada.

Diagnóstico: ¿cómo se realiza la evaluación?

La evaluación de la fertilidad debe darte claridad sin someterte a pruebas innecesarias. La American Society for Reproductive Medicine publicó un esquema práctico que a menudo se utiliza como orientación a nivel mundial.

  1. Historia clínica y entrevista: curso del ciclo, embarazos previos, abortos, cirugías, infecciones, medicación, enfermedades previas, antecedentes familiares y estilo de vida.
  2. Examen físico y ginecológico: peso, presión arterial, tiroides, examen ginecológico con citologías si procede.
  3. Observación del ciclo: registro de la duración del ciclo, intensidad del sangrado, dolor y posibles signos de ovulación (moco cervical, temperatura basal, test de ovulación).
  4. Perfil hormonal: FSH, LH, estradiol, AMH, prolactina, TSH y, si procede, andrógenos al inicio del ciclo para valorar la reserva ovárica y el equilibrio hormonal.
  5. Ecografía transvaginal: útero, endometrio, ovarios, folículos antrales, quistes o miomas.
  6. Pruebas de permeabilidad tubárica: estudios con contraste o técnicas ecográficas para comprobar la permeabilidad de las trompas, según riesgo y hallazgos.
  7. Otras imágenes y endoscopia: histeroscopia o laparoscopia ante sospecha de endometriosis, adherencias o alteraciones estructurales.
  8. Genética e inmunología: pruebas adicionales en casos de abortos recurrentes, fallo ovárico precoz o antecedentes familiares relevantes.
  9. Espermograma: estudio de la pareja o del donante según la norma más reciente de la OMS (WHO Laboratory Manual 2021) para evaluar cantidad, movilidad y morfología espermática.

El documento del comité de ASRM «Fertility evaluation of infertile women» resume estos pasos y enfatiza: en mujeres menores de 35 años la evaluación suele iniciarse tras alrededor de doce meses sin embarazo; en mujeres de 35 años o más, después de seis meses. Podés encontrar el resumen en la web de ASRM.

Opciones de tratamiento: ¿qué ayuda realmente?

El tratamiento adecuado depende de la causa, la edad, la duración del deseo de embarazo, riesgos de salud y tus prioridades personales. Los centros de reproducción suelen trabajar con un plan escalonado —desde intervenciones de menor a mayor complejidad.

Optimizar la fertilidad natural

Antes de medidas invasivas o muy costosas conviene revisar factores básicos: planificación del tiempo de relación, manejo del estrés y hábitos como tabaco o alcohol. El documento de ASRM sobre optimización de la fertilidad natural describe estrategias concretas para mejorar las posibilidades espontáneas.

Inducción farmacológica de la ovulación

Cuando la ovulación es infrecuente o inexistente, los medicamentos pueden estimular la maduración ovocitaria. Se usan fármacos orales y, si es necesario, inyecciones hormonales que actúan sobre la hipófisis o directamente sobre los ovarios. El objetivo es una ovulación controlada y planificable con un número limitado de folículos bien vigilados.

Inseminación intrauterina (IUI)

En una IUI se introduce semen procesado directamente en la cavidad uterina en el momento de la ovulación. Es útil ante alteraciones leves de la calidad seminal, problemas del cuello uterino, ciertas disfunciones sexuales o en infertilidad inexplicada con condiciones favorables. La guía de ESHRE para infertilidad inexplicada suele recomendar la IUI con estimulación leve como primer escalón activo en muchos casos.

Fecundación in vitro (FIV) e ICSI

En la FIV, tras estimular hormonalmente se recuperan varios ovocitos de los ovarios y se fecundan en el laboratorio con espermatozoides. En la ICSI se inyecta un único espermatozoide en el ovocito. Los embriones resultantes se transfieren al útero tras algunos días. Se emplean sobre todo en factor tubárico, alteraciones masculinas marcadas, endometriosis severa o tras fallos de tratamientos menos complejos.

Preservación de la fertilidad y opciones de donación

Antes de tratamientos que puedan dañar la fertilidad —como ciertos quimio- o radioterapias— suele recomendarse la criopreservación de óvulos, embriones o tejido ovárico. ESHRE ofrece una revisión basada en evidencia sobre preservación de la fertilidad. Según el país y su normativa también pueden existir opciones como la donación de óvulos, embriones o la gestación por sustitución; el marco legal y las cuestiones éticas deben evaluarse con cuidado.

Probabilidades de éxito y pronóstico: ¿cuáles son mis chances?

La pregunta más frecuente es: “¿Qué probabilidad hay de que funcione con tratamiento?” No existe un número exacto para cada caso, pero grandes registros muestran rangos típicos. La autoridad sanitaria estadounidense CDC publica anualmente datos nacionales sobre ART (tecnologías de reproducción asistida) con tasas de éxito por grupos etarios.

  • En menores de 35 años, las tasas de éxito por transferencia embrionaria de FIV en muchos registros suelen situarse alrededor del 40 al 50 por ciento.
  • Entre 35 y 37 años, suelen bajar al orden del 30 al 40 por ciento.
  • Entre 38 y 40 años, a menudo se mueven en torno al 20 al 25 por ciento.
  • A partir de los cuarenta años las tasas por intento descienden notablemente a porcentajes bajos de dos cifras o de un solo dígito.

Estas cifras son promedios que abarcan muchas clínicas y distintos grupos de pacientes —tu pronóstico personal puede ser mejor o peor. Una visión realista de datos reales se puede obtener en el resumen nacional y los informes estatales del portal de vigilancia ART de la CDC.

Más relevante que un único intento es la probabilidad acumulada a lo largo de varios ciclos bien planificados. Además, el tiempo es un factor clave: cuanto mayor es la edad, más disminuyen la calidad ovocitaria y la estabilidad embrionaria. Una orientación precoz y una estrategia realista junto con tu equipo de tratamiento son esenciales.

Estilo de vida, medio ambiente y prevención

No podés influir en todas las causas, pero sí en varios factores de riesgo. Organismos internacionales como la OMS, ESHRE y ACOG insisten en la importancia del estilo de vida y los factores ambientales para la fertilidad y el curso del embarazo.

Estilo de vida y alimentación

  • Un peso corporal en el rango saludable favorece el equilibrio hormonal, la ovulación y la calidad ovocitaria.
  • Dejar de fumar y moderar el consumo de alcohol mejora la fertilidad y reduce los riesgos durante el embarazo.
  • La actividad física regular disminuye el estrés, mejora el metabolismo y contribuye al bienestar general.
  • Una dieta de tipo mediterráneo, rica en verduras, frutas, cereales integrales, legumbres y grasas saludables, se asocia en numerosos estudios con mejores parámetros de fertilidad.
  • El ácido fólico se recomienda antes de una posible gestación para reducir el riesgo de defectos del tubo neural.

Factores ambientales y sustancias con actividad hormonal

Ciertas sustancias químicas —como algunos plastificantes, pesticidas y productos industriales— pueden interferir con el equilibrio hormonal. Grupos expertos como ESHRE han preparado hojas informativas sobre factores ambientales y fertilidad.

  • No calientes ni guardes alimentos o bebidas calientes en recipientes plásticos potencialmente problemáticos.
  • Prefiere vidrio, acero inoxidable o cerámica, sobre todo para almacenamiento prolongado.
  • Optá por alimentos poco procesados y revisá las etiquetas con atención.

Pensar pronto en la preservación de la fertilidad

Si planeás posponer la maternidad por razones laborales, personales o de salud, o si vas a recibir un tratamiento que pueda dañar los ovarios, conviene consultar pronto sobre preservación de la fertilidad. Opciones como la congelación de óvulos o embriones deben valorarse de forma individual, médica y legal.

Carga emocional: no estás sola

El deseo de tener hijos no satisfecho es más que un diagnóstico médico. Muchas personas sienten vergüenza, duelo, ira, envidia o la sensación de “haber fracasado”. Los tratamientos pueden ser físicamente exigentes, las citas y los costos difíciles de planificar y las esperas entre ciclos agotadoras.

Por eso la OMS y las sociedades científicas recomiendan apoyo psicosocial como parte integral del tratamiento de la infertilidad. Esto puede incluir asesoramiento especializado en la clínica de reproducción, psicoterapia, coaching, grupos de apoyo o comunidades online bien moderadas. Es importante que tengás un espacio donde tus emociones tengan lugar, independientemente del resultado médico.

¿Cuándo deberías buscar ayuda médica?

Las guías de la OMS, ASRM y ESHRE recomiendan momentos similares para iniciar una evaluación de fertilidad:

  • Después de aproximadamente doce meses de relaciones sexuales regulares sin protección sin lograr un embarazo en mujeres menores de 35 años.
  • Después de aproximadamente seis meses sin embarazo en mujeres de 35 años o más.
  • Independientemente del tiempo, de inmediato si existen factores de riesgo evidentes, por ejemplo ciclos muy irregulares o ausencia de menstruación, endometriosis conocida, infecciones pélvicas graves previas, una calidad seminal muy reducida del compañero o terapias planeadas que puedan dañar la fertilidad.

El primer punto de contacto suele ser tu consultorio ginecológico. Según los hallazgos, puede derivarse a un centro de reproducción especializado con más opciones diagnósticas y terapéuticas —desde monitorización del ciclo e IUI hasta FIV y preservación de la fertilidad.

Conclusión: decidir informada/o, paso a paso

La infertilidad femenina es frecuente en todo el mundo, compleja —y hoy más tratable que nunca. Las causas van desde trastornos hormonales, endometriosis y problemas tubáricos hasta alteraciones uterinas, factores genéticos e inmunológicos, así como influencias ambientales y del estilo de vida. Al mismo tiempo contás con múltiples opciones: diagnóstico sólido, tratamientos basados en evidencia, preservación de la fertilidad y apoyo psicosocial. Lo más importante es que no te quedes con las preguntas sin responder. Si tu deseo de tener hijos permanece insatisfecho o notás señales de alarma, conviene una evaluación temprana e informada. Junto con tu equipo tratante podés elaborar un plan que combine hechos médicos, valores personales y posibilidades económicas —y así maximizar tus chances de alcanzar tu proyecto parental.

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Preguntas frecuentes (FAQ)

Los especialistas suelen hablar de infertilidad cuando, pese a mantener relaciones sexuales regulares sin protección durante alrededor de doce meses, no se logra un embarazo; en mujeres de 35 años o con factores de riesgo claros a menudo se recomienda comenzar la evaluación tras seis meses.

Estimaciones actuales indican que aproximadamente una de cada seis personas en edad reproductiva experimenta en algún momento infertilidad, por lo que la prevalencia es alta y afecta a personas independientemente de su origen, forma de relación u orientación sexual.

Son especialmente llamativos los ciclos muy irregulares o la ausencia de menstruación, sangrados extremadamente abundantes o muy escasos, dolores menstruales intensos, dolor durante las relaciones sexuales, abortos recurrentes o signos claros de alteraciones hormonales como aumento del vello, pérdida de cabello o acné severo.

Entre las causas frecuentes están los trastornos hormonales como el SOP o problemas tiroideos, la endometriosis, trompas adheridas u obstruidas, alteraciones del útero, reserva ovárica reducida y factores genéticos e inmunológicos; a menudo concurren varias causas.

Muchas mujeres con SOP pueden lograr un embarazo combinando cambios en el estilo de vida, tratamiento de problemas metabólicos e inducción ovulatoria dirigida; las probabilidades dependen de la edad, comorbilidades y la gravedad del trastorno hormonal.

No; según la causa suelen probarse inicialmente medidas más sencillas como optimización del ciclo, cambios en el estilo de vida, inducción farmacológica de la ovulación o inseminación. La FIV o ICSI se recomiendan cuando estas intervenciones no bastan o cuando factores anatómicos o masculinos lo hacen más indicado.

En la IUI se introduce semen procesado en la cavidad uterina en el momento de la ovulación; en la FIV la fecundación ocurre en el laboratorio y luego se transfiere un embrión al útero. La FIV es más compleja y costosa, pero suele ofrecer tasas de éxito por tratamiento mayores que una inseminación.

La fertilidad disminuye notablemente a partir de mediados de los treinta y más rápidamente desde principios de los cuarenta: tanto la probabilidad por ciclo como la calidad ovocitaria se reducen, y aumenta el riesgo de abortos y de anomalías genéticas en el embrión; por eso la información y la planificación tempranas son importantes.

Tanto un peso corporal muy bajo como un sobrepeso importante pueden alterar el equilibrio hormonal, interferir con la ovulación y aumentar el riesgo de complicaciones en el embarazo; una aproximación gradual hacia un peso saludable suele mejorar el ciclo, el metabolismo y las probabilidades de éxito en los tratamientos de fertilidad.

Recomendaciones estándar como la suplementación con ácido fólico antes y al inicio del embarazo son apropiadas; más allá de eso, algunos productos pueden indicarse en casos concretos, pero en general los suplementos deben coordinarse con el equipo médico y no sustituir un diagnóstico o tratamiento basado en evidencia.

No; la infertilidad es inicialmente una reducción de la fertilidad en un período determinado. Según la causa, la edad y el tratamiento, las probabilidades pueden mejorar notablemente, aunque también hay situaciones en las que tener un hijo biológico propio es difícil o imposible y conviene considerar alternativas como la donación o la adopción.

Muchas personas atraviesan duelo, ira, vergüenza o sentimientos de culpa; útil es hablar abiertamente con la pareja, personas de confianza, grupos de apoyo o buscar ayuda profesional mediante asesoramiento psicosocial o psicoterapia; es importante tomar en serio tus emociones y permitirte recibir apoyo.

Generalmente se recomienda una evaluación exhaustiva tras alrededor de un año sin embarazo en mujeres menores de 35 años o tras seis meses en mujeres de 35 años o más; en casos de ciclos muy irregulares, endometriosis conocida, infecciones graves previas o terapias planificadas que puedan dañar la fertilidad, la derivación a una clínica de reproducción puede ser apropiada mucho antes.

Podés favorecer tu fertilidad cuidando un estilo de vida saludable, tratando a tiempo las infecciones pélvicas, evitando sustancias de riesgo, consultando con antelación sobre preservación de la fertilidad si planeás tratamientos potencialmente dañinos para los ovarios y hablando abierta y tempranamente sobre tu deseo de tener hijos con tu médica o tu médico.