Por qué los trastornos mentales pueden influir en la fertilidad
La fertilidad no es solo biología, sino también comportamiento, relación y salud en la vida cotidiana. Los trastornos mentales pueden actuar en varios niveles: a través del sueño, el apetito, el peso, el consumo de sustancias, los sistemas de estrés, la sexualidad, la pareja y la capacidad de mantener un timing estable durante meses.
Es importante tener un marco de pensamiento claro: rara vez se trata de un único desencadenante. Con frecuencia es un conjunto de cargas, menos relaciones sexuales, menos sueño, más alcohol o nicotina, enfermedades médicas concomitantes y, a veces, efectos secundarios de medicamentos.
Un marco sobrio: la fertilidad es un tema frecuente, incluso sin diagnóstico mental
Que no se consiga no es automáticamente señal de que la mente tenga la culpa. La infertilidad afecta a muchas personas en todo el mundo y las causas pueden estar en hombres, mujeres o en ambos. La OMS describe la infertilidad como un problema de salud común y define el caso como la ausencia de embarazo tras 12 meses de relaciones sexuales regulares sin protección. OMS: 1 de cada 6 personas en el mundo afectadas por infertilidad
Precisamente por esto, el mejor enfoque a menudo es doble: tomar en serio la estabilidad mental y, al mismo tiempo, realizar una evaluación médica sobria, en lugar de atribuirlo todo al estrés.
Hombres: cuando la depresión y la ansiedad se presentan primero como un problema sexual
En los hombres, la depresión, la ansiedad y la sobrecarga suelen manifestarse a través de la libido, la erección y la presión de rendimiento. Menos relaciones sexuales significa menos oportunidades en la ventana fértil, independientemente de la calidad de los espermatozoides. Al mismo tiempo, el miedo al fallo puede convertirse en un círculo que agrava el problema.
Médicamente también es importante: los problemas de erección pueden tener causas psicológicas, pero también físicas, como riesgos vasculares, hormonas, diabetes o efectos secundarios. El NHS describe el estrés, la ansiedad y el cansancio como causas frecuentes, pero subraya también que los problemas persistentes deben investigarse. NHS: problemas de erección (causas y evaluación)
Hombres: calidad del semen, desfase temporal y por qué un solo seminograma no lo es todo
Los espermatozoides maduran durante semanas. Eso significa que una fase de mal sueño, estrés intenso, fiebre o más consumo de alcohol puede reflejarse con desfase en los parámetros, y las mejoras también suelen ser visibles más tarde. Además, los seminogramas varían de forma natural.
Si un resultado es llamativo, repetirlo en condiciones comparables suele tener sentido en lugar de sacar inmediatamente una conclusión permanente. En la práctica, además de la cifra de laboratorio cuenta si la sexualidad y el timing son incluso realistas de llevar a cabo.
Mujeres: ciclo, ovulación y por qué la carga psicológica no significa automáticamente ausencia de ovulación
La depresión, la ansiedad, el trauma o los trastornos de la conducta alimentaria pueden alterar la percepción del ciclo a través del sueño, el peso y los sistemas de estrés. Algunas personas presentan sangrados más irregulares, otras sienten síntomas premenstruales más intensos o pierden el deseo sexual, lo que reduce las probabilidades en la práctica.
Al mismo tiempo, los problemas del ciclo suelen tener causas médicas que deben investigarse independientemente de la salud mental, por ejemplo trastornos tiroideos, SOP, endometriosis o niveles elevados de prolactina. Si los ciclos se vuelven claramente irregulares o desaparecen, eso es una señal médica, no solo de estrés.
Diagnósticos concretos: qué suele ser relevante
Depresión
La depresión actúa con frecuencia sobre la motivación, el sueño y la sexualidad. En la práctica, la reducción de las relaciones sexuales suele ser el efecto práctico más importante. Además, pueden aparecer cambios de peso y menos movimiento, lo que influye en factores hormonales y metabólicos.
Trastornos de ansiedad y obsesivo-compulsivos
La ansiedad puede agravar paradójicamente el deseo de tener hijos: más controles, más pruebas, más presión. Al mismo tiempo, la ansiedad puede bloquear la sexualidad, sabotear el timing y aumentar los conflictos de pareja. No es una cuestión de carácter, sino un patrón tratable.
Trastorno bipolar y psicosis
Aquí suele primar más la estabilidad antes y durante el embarazo que la fertilidad en sí, así como el riesgo de recaída ante cambios bruscos. La planificación, la protección del sueño y vías de tratamiento claras son especialmente importantes. Las guías sobre salud mental perinatal subrayan que el tratamiento debe contemplarse activamente también en la planificación del deseo de tener hijos, y no solo reaccionar en crisis. NICE: salud mental antenatal y postnatal (incluye planificación previa al embarazo)
Trauma y TEPT
El trauma puede actuar a través de los sistemas de estrés, el sueño, la percepción corporal, el dolor y la sexualidad. Algunos estudios encuentran asociaciones con tiempos más largos hasta conseguir el embarazo y mayor uso de diagnósticos de fertilidad. PubMed: TEPT e indicadores de fertilidad
Trastornos de la conducta alimentaria
Los trastornos alimentarios son especialmente relevantes en el deseo de tener hijos porque el bajo peso y la restricción alimentaria pueden alterar el eje hormonal y producir alteraciones del ciclo hasta la ausencia de la menstruación. Al mismo tiempo, es posible quedarse embarazada aun con historia de estos trastornos, por lo que no es una cuestión en blanco y negro, sino de estabilidad, nutrición y buen acompañamiento.
Consumo de sustancias
El alcohol, la nicotina y otras sustancias suelen aumentar con el estrés. Eso puede afectar la función sexual, el sueño, los ejes hormonales y la salud general. Si las sustancias se usan como autotratamiento, es un punto importante que no debe omitirse en el proceso de deseo de tener hijos.
Medicamentos: qué suele marcar la diferencia
Muchas personas preguntan primero: ¿son las pastillas? La respuesta honesta es: a veces sí, a menudo de forma indirecta, y casi nunca de modo que sea recomendable dejar todo de forma abrupta. En el deseo de tener hijos se trata de sopesar el control de los síntomas y los efectos secundarios.
En los hombres, con los antidepresivos son especialmente relevantes los efectos sexuales (libido, erección, orgasmo) porque influyen en el timing y la frecuencia. Además, hay estudios que discuten posibles efectos de ciertos ISRS en parámetros espermáticos o en la función de los espermatozoides, aunque la evidencia es heterogénea y no implica automáticamente una conclusión sobre la fertilidad individual. Revisión sistemática: ISRS y calidad del semen
En mujeres y hombres, algunos antipsicóticos pueden elevar la prolactina y afectar el ciclo, la libido y la fertilidad. Es un punto clásico que puede medirse y debatirse de forma específica, en lugar de adivinar. Revisión: hiperprolactinemia e infertilidad (incluye medicamentos antipsicóticos)
La regla más importante es sencilla: los cambios deben formar parte de una conversación planificada y no de una reacción por miedo. Quien permanece estable suele estar en mejor posición para el deseo de tener hijos que quien, por miedo, arriesga una recaída.
Qué puedes aclarar médicamente de forma sensata
Cuando un trastorno mental y el deseo de tener hijos coinciden, ayuda una evaluación breve y estructurada. El objetivo no es hacerlo todo, sino encontrar los factores grandes y tratables.
- En hombres: problemas de erección persistentes, pérdida notable de libido o un seminograma llamativo, idealmente con repetición y contexto (abstinencia, enfermedad, sueño).
- En mujeres: ciclos claramente irregulares, ausencia de la menstruación, dolor intenso, sangrados muy abundantes o señales de problemas tiroideos o de prolactina.
- En ambos: calidad del sueño, consumo de sustancias, evolución del peso, enfermedades crónicas y efectos secundarios de medicamentos.
Si estáis en tratamiento, suele ser útil formular una meta común: estabilidad antes de optimizar. Eso alivia y hace las decisiones más claras.
Mitos y hechos
- Mito: si estoy deprimido, no puedo concebir ni engendrar hijos. Hecho: la depresión puede empeorar las condiciones, pero no es un criterio automático de exclusión.
- Mito: siempre es culpa del estrés. Hecho: el estrés puede contribuir, pero las causas médicas deben investigarse ante señales de alarma.
- Mito: un seminograma malo es un veredicto. Hecho: los valores fluctúan y deben evaluarse en contexto y repetirse con frecuencia.
- Mito: los medicamentos son siempre la causa principal. Hecho: los efectos secundarios son importantes, pero los síntomas no tratados pueden ser igual de problemáticos.
- Mito: solo hay que relajarse. Hecho: aliviar la presión ayuda, pero no sustituye a la diagnóstica ni al tratamiento de una enfermedad real.
Contexto legal y regulatorio
Las normas sobre prescripción, cambio y vigilancia de fármacos psicotrópicos en el contexto del deseo de tener hijos, embarazo y lactancia varían según el país, el sistema sanitario y la especialidad. Internacionalmente, además, el acceso a psicoterapia, los tiempos de espera y las guías locales pueden diferir. En la práctica eso significa: no planifiquéis cambios de forma informal, sino con los equipos que os atienden y con una red de seguridad clara, para que no se pierda la estabilidad sin querer.
Cuándo es particularmente útil la ayuda profesional
Si el sueño, la ansiedad o el estado de ánimo empeoran hasta el punto de que la vida cotidiana, la relación o la sexualidad dejan de funcionar de forma sostenida, pedir ayuda no es un lujo sino la base. Esto también aplica si se usan sustancias para sobrellevar la situación o si os aceleráis en un círculo de control y presión por el deseo de tener hijos.
Se necesita ayuda inmediata si aparecen pensamientos de autolesión o suicidio, si no te sientes segura o si la realidad y la percepción se descontrolan gravemente. En esas situaciones, el deseo de tener hijos no es motivo para esperar, sino razón para restaurar primero la estabilidad.
Conclusión
Los trastornos mentales pueden influir en la fertilidad, pero rara vez a través de un único mecanismo. Con frecuencia intervienen el sueño, la sexualidad, la relación, el consumo de sustancias, las enfermedades físicas concomitantes y, a veces, los efectos secundarios de medicamentos.
El mejor enfoque es adulto y pragmático: asegurar la estabilidad, investigar los factores tratables y planificar los cambios de forma estructurada. No es menos romántico; suele ser la vía que funciona a largo plazo.

