La respuesta corta: el riesgo es posible, pero no es destino
La salud mental casi nunca surge por un único factor. En la mayoría de los cuadros patológicos actúan juntos la vulnerabilidad biológica, factores del desarrollo y el entorno. Esto significa que una predisposición familiar puede aumentar el riesgo, pero no determina de forma segura lo que ocurrirá.
A menudo es menos importante el nombre del diagnóstico que su curso: la estabilidad en el día a día, el tratamiento, el apoyo y la capacidad para amortiguar fases de estrés suelen ser decisivos.
Por qué la pregunta es tan frecuente
Las enfermedades mentales son comunes. La OMS estima que en 2021 casi 1 de cada 7 personas vivía con un trastorno mental, siendo los trastornos de ansiedad y los depresivos de los más frecuentes. OMS: trastornos mentales
Cuando algo es frecuente, también aparece a menudo en familias. Eso por sí solo no prueba herencia, pero explica por qué la cuestión está tan presente al planear tener hijos.
Qué significa la herencia en la práctica
La genética en las enfermedades mentales suele ser compleja. Rara vez existe un solo gen que determine una enfermedad. A menudo se trata de muchos pequeños aportes genéticos que, junto con circunstancias de vida y experiencias, influyen en el riesgo.
Un punto importante: aunque la investigación progresa, no existe una predicción genética simple para saber si un niño concreto desarrollará un trastorno mental en el futuro. Esto es precisamente lo que subraya el informe del NIMH sobre la genética de las enfermedades mentales: los genes son relevantes, pero la relación no es simple ni determinista. NIMH: genética y trastornos mentales
Cifras de los estudios: ¿qué magnitud tiene realmente el riesgo?
Cuando la gente pregunta por el riesgo, suele querer porcentajes concretos. Los estudios pueden orientar, pero con límites: las definiciones diagnósticas difieren según el país, el momento y la metodología, y las familias comparten también entorno y factores estresantes.
Una gran revisión sobre diagnósticos parentales y riesgos en la descendencia informa de riesgos absolutos para el mismo diagnóstico en el hijo del orden de aproximadamente 32% para TDAH, 31% para trastornos de ansiedad, 14% para trastornos depresivos, 8% para psicosis y 5% para trastorno bipolar cuando el diagnóstico respectivo estaba presente en los progenitores. Estas cifras no son una predicción para familias individuales, pero muestran que los aumentos de riesgo pueden ser reales, aunque muchos niños con antecedentes parentales no desarrollan el trastorno correspondiente. Estudio: riesgo transdiagnóstico en la descendencia
También es relevante la perspectiva transdiagnóstica: no solo puede repetirse el mismo diagnóstico, sino que pueden aparecer otros patrones como ansiedad, depresión o problemas por sustancias, según la carga, el apoyo y el desarrollo.
El riesgo familiar no es solo genética
Las familias no comparten solo genes, sino también circunstancias de vida. El estrés crónico, los conflictos, la pobreza, el aislamiento o la inseguridad permanente pueden aumentar riesgos. Al contrario, relaciones estables, rutinas fiables, apoyo y tratamiento temprano protegen mucho.
Esta es la principal liberación: puedes influir. No por control absoluto, sino modificando condiciones que proporcionen seguridad al niño y te den a ti estabilidad.
Qué factores influyen especialmente en el riesgo para un niño
En la práctica hay cinco puntos especialmente relevantes, porque son planificables y están repetidamente asociados a carga o protección.
- Gravedad y duración: episodios largos, no tratados o que se repiten con frecuencia afectan más que fases bien tratadas y amortiguadas.
- Función en la vida diaria: sueño, alimentación, estructura, fiabilidad y manejo del estrés suelen ser las palancas reales.
- Clima relacional: no todo conflicto es peligroso, pero la escalada persistente, el miedo y la imprevisibilidad son factores estresantes.
- Consumo de sustancias: alcohol y otras drogas aumentan riesgos, sobre todo si se usan como estrategia de afrontamiento.
- Apoyo: un segundo adulto estable o una red de apoyo sólida puede proteger de forma muy efectiva.
Factores de protección que realmente importan
Los factores de protección no son esotéricos. A menudo son sorprendentemente concretos: personas de referencia fiables, rutinas previsibles, calidez emocional, explicaciones adecuadas a la edad en lugar de ocultarlo y un plan sobre qué hacer si hay un empeoramiento.
Una revisión sistemática sobre hijos de progenitores con enfermedad mental describe factores protectores recurrentes como apoyo, comunicación familiar funcional, estrategias de afrontamiento adecuadas a la edad y estructuras fiables. Revisión sistemática: factores de protección
- Rutinas que no sean perfectas, pero sí estables.
- Un plan de alivio para los días en que no puedes estar disponible.
- Roles claros en el equipo parental, para que las responsabilidades no queden difusas.
- Ayuda temprana, antes de que la gestión del hogar o la relación se resientan.
El embarazo y el periodo posnatal son fases sensibles
En torno al embarazo y los primeros meses con el bebé cambian el sueño, el estrés, el cuerpo y los roles. Eso puede intensificar síntomas o provocar otros nuevos. Al mismo tiempo es una fase donde la planificación y el apoyo temprano son especialmente eficaces, porque pequeñas crisis pueden crecer con rapidez si no se abordan.
Las guías recomiendan que la salud mental en la planificación familiar, el embarazo y el primer año después del parto se detecte y trate activamente, en lugar de esperar. NICE CG192: salud mental prenatal y posnatal
Un plan realista antes de buscar embarazo
No necesitas estar libre de síntomas. Necesitas un sistema que te sostenga. Eso quita presión sobre si "puedes" o no y dirige la pregunta hacia lo que sí tiene solución: qué necesitas para que la estabilidad sea probable.
- Chequeo de estabilidad: cómo han sido los últimos 6 a 12 meses en cuanto a sueño, estrés, relaciones y funcionamiento en el día a día.
- Continuidad del tratamiento: qué te ayuda de forma fiable y qué es solo un modo de urgencia a corto plazo.
- Señales de alerta temprana: qué notas primero cuando empiezas a desestabilizarte.
- Alivio: quién puede ayudar concretamente cuando falta sueño o aumentan los síntomas.
- Plan de crisis: quién se informa, qué pasos se siguen y qué límites se establecen.
Si estás solo o tienes una red reducida, eso no te excluye. Solo significa que el apoyo debería organizarse antes y con más estructura.
Mitos y hechos
- Mito: Si estoy enfermo mentalmente, mi hijo seguro que también lo estará. Hecho: el riesgo puede estar aumentado, pero no hay una predicción segura.
- Mito: Si aparece en la familia, es solo genética. Hecho: las familias comparten también estrés, vida diaria y patrones relacionales.
- Mito: Los buenos padres no tienen síntomas. Hecho: los buenos padres reconocen los síntomas pronto y buscan apoyo antes de que la seguridad del niño se vea afectada.
- Mito: No se debe hablar con los niños sobre esto. Hecho: una explicación tranquila y acorde a la edad suele aliviar más que el ocultamiento.
- Mito: Un diagnóstico lo explica todo. Hecho: el curso, el tratamiento, el apoyo y la estabilidad en el día a día suelen importar más que una etiqueta.
- Mito: Si pido ayuda, daño a mi hijo. Hecho: la ayuda temprana suele ser un factor protector, porque acorta las crisis y aumenta la estabilidad.
Contexto legal y regulatorio
Normativas y sistemas de atención en torno a salud mental, embarazo y parentalidad difieren mucho entre países, por ejemplo en el acceso a terapia, atención especializada y servicios perinatales. En la práctica es útil aclarar pronto qué recursos y puntos de contacto son realistas en tu sistema, para que la ayuda no tenga que organizarse solo en una crisis aguda.
Cuándo es especialmente recomendable buscar ayuda profesional
No hace falta esperar a una crisis para pedir ayuda. Es recomendable cuando notas que el sueño, la energía, la ansiedad o el estado de ánimo se alteran durante semanas o cuando no funcionas de forma fiable en el día a día. Es imprescindible buscar ayuda inmediata si aparecen pensamientos de autolesión o suicidio, si no te sientes seguro contigo mismo o con otros, o si la percepción de la realidad se desvía mucho.
Si tienes dudas, comienza por recursos de bajo umbral como el médico de cabecera, la psicoterapia o especialistas, según lo que esté disponible localmente. La meta no es la perfección, sino la seguridad y la estabilidad.
Conclusión
Sí, ciertos trastornos mentales pueden aparecer con más frecuencia en familias. Pero la genética no es un veredicto, sino un factor de fondo. Muchos niños con antecedentes no desarrollan una enfermedad, y muchas enfermedades surgen sin una historia familiar clara.
Si piensas en la estabilidad como un sistema compuesto por tratamiento, apoyo y un plan para las malas fases, la pregunta pasa de la ansiedad a la capacidad de actuar. Ese suele ser el paso decisivo.

