Pérdida del embarazo 2025: causas, señales de alarma y ayuda moderna

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Zappelphilipp Marx
Dos manos que se reconfortan tras una pérdida del embarazo

Una pérdida del embarazo es una de las pérdidas más frecuentes y, al mismo tiempo, más tabú en el embarazo. Muchas personas afectadas se sienten culpables o abandonadas, aunque desde el punto de vista médico no hicieron nada mal. Esta guía explica de forma clara qué es una pérdida del embarazo, qué señales debes tomar en serio, qué opciones de tratamiento existen y cómo puedes recuperar el equilibrio físico y emocional.

¿Qué es una pérdida del embarazo?

Por pérdida del embarazo, médicamente aborto espontáneo, se entiende la pérdida de la gestación antes de que el feto pueda sobrevivir fuera del útero. En muchas guías esta frontera se sitúa entre la semana 20 y la 24 de gestación. Las pérdidas posteriores se clasifican como muerte fetal.

Los profesionales sanitarios distinguen, entre otros:

  • Aborto precoz: pérdida antes de la semana 12 de gestación
  • Aborto tardío: pérdida aproximadamente entre la semana 12 y la 24 de gestación
  • Aborto completo o incompleto: dependiendo de si queda tejido gestacional en el útero
  • Aborto retenido: embrión o feto sin actividad cardiaca, sin que se produzcan sangrado o expulsión

Importante: la gran mayoría de las pérdidas del embarazo no tienen que ver con la alimentación, el deporte o una situación puntual de estrés. La causa más frecuente son errores aleatorios en el desarrollo temprano sobre los que las personas afectadas no tienen control.

Cifras y frecuencia

Se estima que entre el 10 y el 20 por ciento de los embarazos detectados clínicamente terminan en una pérdida del embarazo. Como muchas pérdidas muy tempranas ocurren antes de que se haga una prueba de embarazo, la tasa real podría ser mayor. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la pérdida gestacional afecta a millones de familias cada año en todo el mundo y, a pesar de ello, rara vez se habla abiertamente del tema.

El riesgo varía con la edad. En mujeres jóvenes la probabilidad es menor; con la edad, especialmente a partir de mediados de los 30, aumenta. Aun así, muchas mujeres tienen un embarazo totalmente normal más allá de los 35 años.

Causas y factores de riesgo

Tras una pérdida del embarazo muchas personas se preguntan: ¿por qué nos ha pasado a nosotros? A menudo no se puede identificar una única causa. Frecuentemente intervienen varios factores. Entre los mecanismos y factores de riesgo más importantes conocidos están:

  • Cambios cromosómicos: en una gran parte de las pérdidas tempranas existen errores aleatorios en la distribución de los cromosomas. Suelen originarse ya en el óvulo o en la fecundación.
  • Trastornos hormonales: enfermedades tiroideas, diabetes mal controlada, insuficiencia del cuerpo lúteo o el síndrome de ovario poliquístico (SOP) pueden afectar la implantación y el desarrollo inicial.
  • Causas anatómicas: miomas, malformaciones del útero, adherencias o un cierre cervical no detectado pueden aumentar el riesgo.
  • Infecciones: por ejemplo vaginosis bacteriana o ciertos patógenos como la listeria, chlamydia o el virus de la rubéola.
  • Estilo de vida: fumar, un consumo alto de alcohol, ciertas drogas, un peso muy bajo o muy alto y un cansancio extremo.
  • Edad de lxs progenitorxs: a mayor edad materna aumenta el riesgo de alteraciones genéticas; la edad paterna avanzada también puede influir.
  • Trastornos de la coagulación y autoinmunes: por ejemplo el síndrome antifosfolípido u otras alteraciones de la coagulación.

Es importante distinguir entre factores modificables y no modificables. Nadie puede controlar su edad ni cambios genéticos aleatorios. Al mismo tiempo, merece la pena investigar causas tratables, sobre todo en casos de pérdidas recurrentes.

Señales de alarma y diagnóstico

No todo sangrado significa automáticamente una pérdida del embarazo, pero todos los síntomas llamativos deben tomarse en serio. Es importante buscar atención médica inmediata si aparece alguno de los siguientes signos:

  • Sangrados vaginales, desde manchas hasta hemorragias más intensas con sangre fresca o tejido
  • Dolores tipo cólico en la parte baja del abdomen o en la zona lumbar
  • Mareos intensos, alteraciones del pulso o sensación de desmayo inminente
  • Desaparición repentina de síntomas de embarazo que antes eran muy marcados
  • Fiebre, escalofríos o flujo con mal olor

El diagnóstico se realiza generalmente mediante una combinación de ecografía y análisis de sangre. En la ecografía se valora la actividad cardiaca, el tamaño del saco gestacional y del embrión, así como la localización. Mediciones repetidas de la hormona del embarazo hCG ayudan a estimar la evolución. Servicios de salud como el NHS (Reino Unido) recomiendan que cualquier sangrado durante el embarazo sea evaluado médicamente.

Reducir el riesgo: qué puedes hacer

No todas las pérdidas del embarazo se pueden evitar. Muchas habrían ocurrido incluso en condiciones perfectas. Aun así, existen estrategias que reducen el riesgo y, al mismo tiempo, refuerzan la salud durante el embarazo:

  • Buena preparación: tomar ácido fólico, revisar el estado vacunal, controlar enfermedades crónicas antes de concebir.
  • Peso y alimentación: un índice de masa corporal dentro de la normalidad y una dieta mediterránea, mayoritariamente basada en plantas, favorecen el equilibrio hormonal y la circulación.
  • Evitar tabaco y alcohol: lo ideal es abstenerse desde la fase de búsqueda del embarazo.
  • Revisar medicamentos: comprobar la seguridad de fármacos de uso habitual en caso de embarazo.
  • Reducir el estrés de forma dirigida: el estrés crónico puede aumentar riesgos ya existentes. Descansos, higiene del sueño y técnicas de relajación ayudan a aliviar el sistema nervioso.

Si ya has sufrido una pérdida, puedes consultar en la clínica de ginecología o en un centro de reproducción asistida si, por ejemplo, es recomendable un cribado tiroideo, pruebas de coagulación u otras exploraciones. Sociedades internacionales como la ESHRE publican recomendaciones actualizadas sobre estos temas.

Tratamiento y seguimiento médico

El tratamiento elegido depende de la semana de gestación, los síntomas y los hallazgos ecográficos. El manual de la OMS sobre atención de calidad en abortos y pérdidas gestacionales describe tres estrategias básicas:

  • Actitud expectante: el cuerpo expulsa el tejido de forma espontánea. Esto puede durar desde algunos días hasta pocas semanas y se realiza con controles médicos.
  • Tratamiento farmacológico: fármacos como misoprostol, a veces combinados con mifepristona, aceleran la expulsión de tejido gestacional.
  • Intervención quirúrgica: legrado por succión o aspiración manual con vacío, especialmente en casos de hemorragias intensas, signos de infección o tejido retenido.

Tras una pérdida del embarazo son importantes los controles para asegurar que el útero está vacío y que no queda infección. Si eres Rh negativa, por lo general se recomienda profilaxis anti-D para prevenir complicaciones en embarazos posteriores.

Guías y recomendaciones clínicas pueden consultarse en colecciones de guías clínicas. Allí el personal sanitario y las personas interesadas encuentran recomendaciones basadas en la evidencia sobre el manejo.

Planificar el siguiente embarazo

Físicamente, un nuevo embarazo suele ser posible antes de lo que muchas personas piensan. A menudo se recomienda esperar al menos un ciclo menstrual natural antes de intentar de nuevo. Tras intervenciones quirúrgicas o episodios complicados, puede ser aconsejable un intervalo algo mayor para que el endometrio se recupere por completo.

Igual de importante es la recuperación emocional. Unas personas se sienten preparadas pronto para un nuevo intento, otras necesitan más tiempo. Una consulta de seguimiento con la ginecóloga o el ginecólogo ayuda a aclarar dudas, comprender los hallazgos y decidir conjuntamente si son necesarias pruebas genéticas o hormonales.

Salud mental y apoyo

Una pérdida del embarazo no es solo un acontecimiento médico, sino también una despedida de una ilusión de futuro. Tristeza, enfado, miedo o sentimientos de culpa son reacciones normales. La OMS, en su documento sobre la pérdida gestacional, llama a romper la vergüenza y el silencio y a ofrecer acompañamiento respetuoso y continuo a las personas afectadas.

  • Psicoterapia y asesoramiento: el apoyo en el duelo o enfoques cognitivo-conductuales ayudan a integrar la pérdida.
  • Grupos de apoyo y comunidades en línea: compartir con personas en situaciones similares reduce la sensación de estar completamente solo/a.
  • Charlas en pareja y en familia: las reacciones de duelo pueden variar y afectar las relaciones; la comunicación abierta ayuda a evitar malentendidos.
  • Rituales y despedida: rituales conmemorativos, cartas o recuerdos pueden ayudar a dar un lugar al bebé en la propia vida.

Puedes recibir apoyo, por ejemplo, en consultas de ginecología, con matronas, en servicios de asesoramiento psicosocial perinatal o con profesionales especializados en duelo. Muchos de estos servicios son gratuitos o están cubiertos por el sistema de salud.

Perspectivas 2025: investigación e innovación

En todo el mundo se investiga intensamente para comprender mejor los riesgos de pérdida gestacional y para ofrecer un apoyo más específico a las parejas afectadas. Algunas áreas clave son:

  • Mejor diagnóstico genético: análisis menos invasivos de embriones y tejido gestacional ayudan a clasificar con más precisión las causas cromosómicas.
  • Investigación del microbioma: estudios analizan cómo la flora bacteriana del tracto genital puede influir en la inflamación, la implantación y el curso temprano del embarazo.
  • Herramientas digitales e inteligencia artificial: aplicaciones y algoritmos podrían ayudar a identificar perfiles de riesgo individuales y a derivar antes a centros especializados.

A pesar de la tecnología, sigue siendo esencial combinar calidad médica con comunicación empática y apoyo psicosocial fiable.

¿Cuándo necesitas atención médica urgente?

Acude de inmediato a urgencias o llama al número de emergencia si se cumple alguno de los siguientes puntos:

  • Sangrados muy intensos, por ejemplo si compresas o compresas sanitarias quedan empapadas por hora durante varias horas
  • Dolor intenso y persistente en la parte baja del abdomen o en el hombro
  • Mareos intensos, pérdida de conciencia o sensación de desvanecimiento inminente
  • Fiebre, escalofríos o flujo con mal olor tras una pérdida del embarazo sospechada o confirmada

Incluso en caso de sangrados leves, duda o preocupaciones intensas, es aconsejable buscar consejo médico pronto. Puedes dirigirte a consultas de ginecología, unidades de atención en embarazo temprano, matronas o al servicio de guardia médica.

Conclusión

Una pérdida del embarazo es una experiencia dolorosa que afecta física y emocionalmente y, sin embargo, ocurre con frecuencia. Nadie tiene la culpa de que un embarazo no se desarrolle. Contar con información clara, una atención médica segura y que tus sentimientos sean tomados en serio puede ayudar a sobrellevar este periodo. Muchas parejas tienen posteriormente un embarazo sano: con tiempo, apoyo y una atención adaptada a su situación.

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Preguntas frecuentes (FAQ)

Se estima que entre el 10 y el 20 por ciento de los embarazos detectados clínicamente terminan en una pérdida del embarazo, la mayoría de ellas en el primer trimestre. Muchas pérdidas muy tempranas no se detectan, por lo que la frecuencia real es mayor.

Las señales típicas son sangrados vaginales, dolores tipo cólico en la parte baja del abdomen o en la espalda, una desaparición repentina de síntomas de embarazo previos y mareos o alteraciones circulatorias. Ante estos signos debes buscar consejo médico con prontitud.

El estrés cotidiano a corto plazo no parece causar una pérdida del embarazo según el conocimiento actual. El estrés muy intenso y prolongado puede, sin embargo, afectar al bienestar general y a otros factores de riesgo como la hipertensión, la falta de sueño o hábitos no saludables, por lo que debe tomarse en serio.

Sí, con la edad materna disminuye la calidad media de los óvulos y las alteraciones genéticas son más frecuentes. Por eso el riesgo de pérdida gestacional aumenta de forma progresiva, especialmente desde mediados de los 30 y de forma más marcada a partir de los 40 años, aunque muchos embarazos en estas edades transcurren sin problemas.

En determinadas situaciones, como insuficiencia del cuerpo lúteo demostrada o pérdidas tempranas recurrentes, una terapia con progesterona puede ser útil. Si se recomienda y en qué dosis debe decidirse de forma individual con una especialista.

Ambos procedimientos tienen como objetivo eliminar el tejido gestacional que queda en el útero. Hoy en día suele preferirse la aspiración por vacío, ya que en comparación con el legrado clásico con instrumental afilado suele conllevar un menor riesgo de formación de cicatrices y una recuperación más rápida.

Si eres Rh negativa y la otra persona progenitora es probablemente Rh positiva, por lo general se recomienda una profilaxis anti-D. Esto previene que tu sistema inmunitario forme anticuerpos que puedan poner en riesgo un embarazo futuro.

A menudo basta con esperar un ciclo menstrual natural antes de buscar un nuevo embarazo. Tras intervenciones quirúrgicas o episodios complicados puede ser recomendable un intervalo mayor. Además de la valoración médica, la recuperación física y emocional influye en el momento adecuado.

En la mayoría de los casos se trata de un hecho aislado y el siguiente embarazo transcurre sin incidencias. Solo después de dos o más pérdidas consecutivas se suele recomendar una evaluación más amplia para investigar posibles causas genéticas, hormonales o anatómicas.

Estudios iniciales sugieren que un desequilibrio de la flora bacteriana en el tracto genital puede favorecer la inflamación y afectar así los primeros estadios del embarazo. La investigación está aún en fases tempranas y las terapias rutinarias basadas en el microbioma siguen en estudio.

En muchas regiones hay grupos de apoyo, círculos de duelo e iniciativas para progenitores que han perdido un bebé durante el embarazo o poco después del parto. Puedes solicitar información en hospitales, servicios de asesoramiento, matronas o portales de búsqueda locales.

Una dieta mayoritariamente basada en plantas y con orientación mediterránea, rica en verduras, frutas, cereales integrales, grasas de buena calidad, proteínas adecuadas, ácido fólico y vitamina D favorece la salud general y puede tener efectos positivos sobre el equilibrio hormonal y la fertilidad.